Cuarentena como nueva forma de vida

Hace varias semanas que no comento nada por aquí sobre lo que pienso y siento de las circunstancias que estamos viviendo en España y el mundo por el coronavirus.

A día de hoy llevamos más de un mes confinados.

Podría decir que, en mi caso, llevo esta situación por fases. Las dos primeras semanas las llevé bien, las vivía como una especie de experimento social y con la sensación de vivir dentro de una película. Pero cada día que pasaba la incertidumbre iba creciendo. Creciendo junto a la rabia, la nostalgia y el miedo. Sentimientos y emociones que iban apareciendo por días, horas y minutos de forma descontrolada.

Incluso empecé a preocuparme más por lo que nos venía encima que por lo que pasaba cada día. Ya era consciente de que vivíamos en una gran crisis sanitaria y que teníamos que hacer un gran esfuerzo para frenar el virus. Tenía muy asumido que lo mejor era sin duda que lo mejor era quedarnos en casa durante un largo periodo de tiempo. Pero no podía dejar de pensar ¿y cuando empiece el des-confinamiento qué va a pasar? Y en este punto, mi cabeza no paraba de dar vueltas y de hacerse miles de preguntas. Preguntas que aún no tenían respuesta.

Esa incertidumbre me mataba y me sigue matando. El no saber. Lo desconocido. Estos podrían ser los peores aliados a la estabilidad económica de un país que ni si quiera se había recuperado 100% de la anterior. Causas diferentes pero con consecuencias similares. Un futuro incierto para todos. Y me da mucha pena para los jóvenes como yo que ven los próximos años con tristeza y desesperación por querer y realmente no poder.

Solo nos queda creer y tener esperanzas en que los de arriba hayan aprendido de los errores del pasado y busquen soluciones efectivas para que no volvamos a tropezar con la misma piedra.

Esto es una lucha, una guerra en la que solo saldremos vencedores y unidos si trabajamos todos en la misma dirección: GANAR.

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